Hoy se cumplen 16 días desde que iniciaron las protestas en el país, protestas que involucran actos de intimidación, violencia y bloqueos de las actividades económicas principales. No se olvida además, la lamentable pérdida de vidas humanas, la destrucción de puestos de trabajo y la ruptura de la cadena de pagos de los pequeños y medianos empresarios.
Existen reclamos legítimos que deben ser escuchados y tomar acción de inmediato, reclamos que fueron canalizados a través de la elección del expresidente Pedro Castillo, que hoy cumple con prisión preventiva por insurgencia, ante su fallido golpe de estado, pero que desgobernó el país por 16 meses, a través del caos en la administración pública, la corrupción desbordada, la promoción del odio y rivalidad entre peruanos. Actos sumamente condenables y que no representan valor a una sociedad.
La desazón generada por las expectativas de un “gobierno del pueblo” ha impulsado una serie de protestas que ahogan la economía e impactan a todos los peruanos, pero se teme que en efecto, ese sea el objetivo de los radicales terroristas que están detrás de las protestas generando un terrible daño, enlutando y marcando de sangre a nuestro país y reduciendo las escasas esperanzas de un país próspero y con mucha sed de crecimiento a través del trabajo duro, característica de todo peruano de buena fe.
Los radicales han puesto en jaque al gobierno de Boluarte, al que le piden la renuncia, el cierre del Congreso, la generación de un gobierno de consenso, porque no les gusta la probable elección de José Williams, y la conformación de una asamblea constituyente para el cambio de constitución. Reclamos ciertamente imposibles de ejecutar y valgan verdades, llevarían al país a la anarquía, la paralización de las inversiones, la reducción de puestos de trabajo, el ahogo de la economía en los hogares peruanos, el encarecimiento de los productos esenciales, así como la huida de los capitales y la confianza para inversión, sin olvidar la reducción de las exportaciones que generan importantes divisas al país.
Sin duda, tenemos un panorama nada fácil de solucionar; sin embargo, me permito llamar la atención de los pequeños, medianos y grandes empresarios, para expresar su voz, salir al frente de los radicales, demostrar que sus pedidos no son ejecutables, que nuestra constitución no merece ni debe ser cambiada en su totalidad, de mostrar que los resultados han sido positivos; pero que se requieren acciones inmediatas en beneficio de los olvidados o al margen del sistema.
Los empresarios deben hacer contrapolítica desde sus trincheras. Tomemos las riendas de nuestra posición, seamos empáticos con los menos favorecidos, pero expresemos el sentir de los peruanos que a través de iniciativa, lucha y trabajo duro, quieren sobresalir, vender, comprar, llevar un pan a su mesa y porqué no, tener éxito.
Debemos unirnos y hacer un frente que consolide políticas de éxito, que nos lleve a acelerar las mejoras en la educación, cerrar las brechas de salud y transporte, generar acciones inmediatas de atención sectorial a los menos favorecidos. Ser empáticos efectivos ante la ausencia de autoridades que tengan capacidad de gestión de gasto y estrategia de lucha contra la pobreza.
Debemos buscar la oportunidad de llamar a todos los peruanos a recapacitar, a no engañarse con falsas expectativas, a mostrar su posición pacífica pero firme, una voz unánime para expresar nuestro rechazo a la violencia, y buscar el camino de la paz verdadera, aquella que genera confianza, inversión, reducción de la pobreza, más oportunidades para todos, crecimiento con sostenibilidad y respeto entre peruanos. La oportunidad está en el camino de la discrepancia y debemos buscar la unión para lograrla, porque nuestro país merece estar en los ojos del mundo, por nuestros recursos, por nuestros paisajes, por nuestra gente, porque el Perú es único y debemos protegerlo.
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